Vida en Abundancia

Noticias Adventistas 2022.03.11

>¿Qué es la salud? ¿Sabrías cómo definirlo? La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que se caracteriza por “un estado de completo bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades”. Este concepto tiene ahora más de 70 años sin ninguna modificación, pero no siempre fue así. Dado que la definición anterior sólo consideraba la ausencia de patologías biológicas o físicas, el reconocimiento de los aspectos psíquicos y sociales es una evolución positiva. Sin embargo, a la luz de la Palabra de Dios, incluso el concepto más moderno es todavía incompleto.Es emocionante notar que hace miles de años, la Biblia ya presentaba al ser humano como una entidad biológica, mental y social. Sin embargo, añade el aspecto espiritual a esta fórmula. En Lucas 2:52, está escrito que Jesús “crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”. Este es el modelo integral del ser humano. A los ojos de Dios, el hombre y la mujer son seres biológicos, psicológicos, sociales y espirituales. 

Este concepto supone que la integración armoniosa de estos cuatro aspectos nos da completa salud y felicidad. Cuando uno de ellos se desequilibra, afecta a los demás automáticamente. Por ejemplo, el hábito de comer alimentos grasos, con el tiempo, desencadenará enfermedades cardiovasculares. Con la salud física comprometida, es probable que cambie el estado de ánimo, lo que puede provocar ansiedad o depresión. A su vez, estos trastornos hacen que el individuo se aleje de sus amigos y familiares. Con este escenario inestable, es razonable pensar que la comunión con Dios también se verá perjudicada.

cura completa

La acción terapéutica de Dios nos sorprende con su método tan sencillo y actual. “Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 9:35, NVI). Recuerde, también, que además a la curación del cuerpo enfermo, restauraba el corazón ofreciendo el perdón.El Maestro sabía que sólo las personas que se reconocen libres de su propio mal se sienten libres para acercarse a Dios en comunión.Esta era la prioridad de Cristo.

También podemos reconocer la acción reparadora de la espiritualidad desde otra perspectiva. Los que no conocen a Dios tratan de recuperar la salud con sus propias fuerzas, utilizando invenciones y métodos humanos. Luchan solos y se sumergen en un mundo de incertidumbre y excesiva preocupación por el futuro. Esta inseguridad provoca malestar y problemas psicológicos, como cambios de humor, irritabilidad, baja autoestima, remordimiento, ansiedad, pánico, depresión y pensamientos derrotistas e incluso suicidas. ¡Qué diferente es la historia de quien pone su confianza en el Señor!

Dios es la fuente de la paz que tanto busca el ser humano. Él es capaz de llenar cada vacío existencial y falta de afecto y transformar cada emoción negativa. Infunde esperanza, consuelo, perdón, alivio, seguridad y amor. Saber que el Padre nos cuida y nos da una segunda oportunidad frente a nuestros errores es refrescante para la mente; promueve la ansiada paz interior, a la que nada en el mundo se puede comparar y que ninguna cantidad de dinero puede comprar. Incluso para el cuerpo que sufre alguna enfermedad, el sentimiento de plenitud que brota de la comunión con Dios es un poderoso remedio.

Amigos, quiero enfatizar que Jesús mismo dejó en claro que vino a este mundo para que tengamos vida en abundancia (ver Juan 10:10). Nuestro Salvador quiere que seamos saludables y felices, y eso depende de las decisiones que tomemos a diario. Mi deseo es que optes por seguir las pautas que Dios nos dejó en Su Palabra, tanto para el cuidado de tu cuerpo y mente como para las relaciones interpersonales. Que mantengas una intimidad con Él que se refleje en un perfecto equilibrio de todos los aspectos de tu vida. Que Él sea tu mejor medicina, tu mejor amigo.

Este artículo fue publicado originalmente en el número 2020.3 de la Revista Afam

Por Angie Valdez y Francesco Marquina


Fuente: https://adventist.news/