Una iglesia que habla haciendo

Comentarios 2022.07.30

Una de las características de la iglesia es la inclusión . Jesús dijo: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37, NVI). El cuerpo de Cristo es inclusivo por excelencia.

Solo desde esta perspectiva podemos nosotros, como los tres ángeles de Apocalipsis 14, verdaderamente predicar el evangelio eterno a toda nación, tribu, lengua y pueblo.

Tal proclamación es el propósito de las Sesiones de la Asociación General. Cuando leemos la última oración de Apocalipsis 14:6, podemos pensar en esta Sesión, en personas de diferentes orígenes, de una multitud de países, vestidos a su manera, hablando sus diferentes idiomas. Mirando a los delegados, podemos ver su distribución por afinidad lingüística, por país, por otros rasgos culturales. Y naturalmente nos identificamos más fácil y estrechamente con aquellos con quienes nos comunicamos mejor.

Sin embargo, hay un grupo de personas en un área del auditorio que parece heterogéneo, diferente. Lo que hace que el grupo sea único es el hecho de que comprende una variedad de orígenes. Pero algo especial los une: “hablan” con las manos. Ellos son los Sordos.

Estos hermanos y hermanas “hablan” un idioma universal, uno que trasciende barreras, fronteras y culturas y une de manera única a quienes lo hablan, sin importar de dónde vengan, cómo se vistan o qué edad tengan. Me refiero a la lengua de signos.

Quiero felicitar a los organizadores de la 61ª Sesión de la Conferencia General por transformar este evento en una oportunidad para practicar lo que profesamos, ser una iglesia inclusiva.

Como hijo de madre sorda, crecí en un contexto que me ha enseñado a observar las manos y las acciones más que las palabras, a prestar atención a los detalles que los demás tal vez no vean ni perciban. Estoy feliz de ver una iglesia mundial que permite que el lenguaje de señas se proporcione constantemente, tanto en el piso como en Internet. Algunos consideran que la discapacidad auditiva es una desventaja, pero es posible que no se den cuenta de que los que hablan el lenguaje de señas no pueden ser silenciados por el ruido ambiental, ya que no interfiere con su comunicación. Cuando era niño, podía “hablar” con mi madre incluso si estaba a una distancia considerable, donde la voz no era audible. Hablar con “gestos”, hablar con “hacer” más que con “decir”, es una ventaja que el resto de nosotros no apreciamos del todo.

Esto nos ayuda a apreciar que Jesús hizo mucho más de lo que dijo. “Jesús hizo muchas otras cosas también. Si se escribieran todos y cada uno de ellos, supongo que ni aun en el mundo entero habría lugar para los libros que se escribirían” (Juan 21:25, NVI). Esta inclusión hacia la comunidad sorda me llena de esperanza. Veo una iglesia que habla con “acciones” así como con “palabras”. Si somos capaces de imbuir este principio en los planes de la iglesia, seremos una iglesia que “habla” con el “hacer”, y ese lenguaje, como el de mi infancia, nunca será perturbado por los ruidos de este mundo. “Hacer” acerca el cielo.

Por Pedro Torres


Fuente: https://www.adventistworld.org/