Mi matrimonio de cinco años ha terminado. No queda amor en nuestra relación. No estamos de acuerdo en todo y cada conversación está llena de tensión. Estoy pensando en divorciarme pronto y probablemente en casarme con mi antiguo novio de la escuela secundaria, quien ha estado hablando conmigo últimamente. Siempre ha sido un chico muy amable y dulce, siempre nos hemos divertido juntos y todavía me hace reír. Como cristiano, me pregunto si está bien seguir adelante con esta relación que promete tanto. Sé que el matrimonio es importante para Dios, pero también siento que Dios quiere que yo sea feliz. ¿Tus pensamientos?
Estamos muy tristes de saber que su matrimonio no ha estado a la altura de sus expectativas y está listo para dejarlo atrás. El matrimonio es probablemente una de las relaciones más difíciles del mundo, incluso cuando el esposo y la esposa son creyentes. Entonces, a menos que te cases con los ojos bien abiertos, inviertas en un proceso riguroso de consejería/educación prematrimonial y hagas de Jesús el centro de tu matrimonio, es fácil frustrarse y renunciar prematuramente a tu matrimonio.
El matrimonio fue la primera institución establecida por Dios en la Creación, como se menciona en Génesis 2:18, 24: “Y dijo el Señor Dios: ‘No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él…’ Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”
Más tarde, en el Nuevo Testamento, los fariseos le preguntaron a Jesús si era lícito que un hombre se divorciara de su mujer por cualquier motivo. Jesús responde en Mateo 19:4-6: “Y respondiendo Él, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así pues, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.”
Como puede ver por lo que Jesús les dijo a los fariseos, el matrimonio estaba destinado a ser un compromiso de por vida entre un hombre y una mujer. Es decir, decidir casarse también incluye afrontarlo con una actitud de permanencia. Y, por supuesto, como creyente, querrá que su matrimonio esté lleno de la presencia y el poder de Dios para que ambos sean pacientes y amables (1 Corintios 13:4) el uno con el otro y establezcan los límites apropiados en su matrimonio para protegerlo de ser infiltrado por una relación pasada.
Más allá de la intención de Dios para el matrimonio como un compromiso de por vida, ¿existen directivas específicas para los esposos sobre este asunto? Efesios 5:25 responde a esta pregunta declarando: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella”. Este pasaje de las Escrituras encarga a los esposos la responsabilidad de ser para sus esposas lo que Cristo ha sido para la iglesia; amoroso, amable, perdonador, paciente y fiel.
Si bien no dio más detalles sobre lo que podría estar sucediendo en su matrimonio, esperamos que ambos puedan hacer un balance de cómo están midiendo su responsabilidad mutua con su relación matrimonial. Este es el momento, sin duda, para volver a encarrilar su matrimonio y salvaguardar su relación de cualquier cosa que disminuya su viabilidad.
Jesús aclara los parámetros aceptables para el divorcio en Mateo 19:9: “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, excepto por fornicación, y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.
Esperamos que desees hacer lo que Dios quiere para cada matrimonio: honrarlo siendo fiel a Él y a tu matrimonio, y confiar en Dios para que te ayude a recuperar el amor que una vez tuvieron el uno por el otro. Oramos para que este sea un esfuerzo que tanto usted como su esposo estén dispuestos a hacer.
Willie Oliver, Ph.D., CFLE , ministro ordenado, consejero pastoral, sociólogo familiar y educador certificado en vida familiar, es director del Departamento de Ministerios Familiares en la sede mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Elaine Oliver, PhDc, LCPC, CFLE, consejera profesional clínica licenciada, psicóloga educativa y educadora certificada en vida familiar, es directora asociada del Departamento de Ministerios de la Familia en la sede mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
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Fuente: https://www.adventistworld.org/
