Los siete niveles del estudio bíblico

Comentarios 2024.02.27

Cualquier aficionado le dirá que existen varios niveles de apreciación por cualquier arte. Ya sean entusiastas de los libros que huelen el papel, coleccionistas de monedas que muerden el metal o fanáticos de la comida que estudian el origen geográfico de un ingrediente específico, el arte lleva una actividad al siguiente nivel de apreciación. Como personas del libro, ¿no deberían los adventistas del séptimo día apreciar el estudio bíblico al siguiente nivel? Aquí hay siete formas de alcanzar el siguiente nivel:

Escuchar. Durante un tiempo, el audio estuvo a punto de desaparecer. Pero ahora, en una era de audiolibros y podcasts, el arte de escuchar es más popular que nunca. Escuchar la Palabra se remonta a los días antiguos cuando las Escrituras se leían en voz alta a las masas. Escuchar requiere tiempo, interacción con la voz y una quietud paciente para procesar lo que se ha escuchado. Encuentre una grabación de buena calidad y escúchela, como si realmente la escuchara.

Leer. En nuestras apretadas agendas, la lectura requiere compromiso y disciplina para tomarnos el tiempo de leer, en silencio o en voz alta, una porción diaria. Se pueden variar los estilos de lectura: lectura rápida y lenta, lectura lenta en voz alta, escaneo, lectura reflexiva de oración o lectura mientras se subraya/resalta. Con la variedad de traducciones de la Biblia, intente leer una versión diferente cada año aproximadamente.

Escribir. Empleado por los antiguos escribas, escribir versículos de la Biblia profundiza el significado cuando la mano transcribe cada palabra. En la era de las pantallas táctiles, escribir se ha convertido en un arte poco común. Pero cuando se aplica a las Escrituras, despierta esta disciplina espiritual y semi-imita lo que experimentaron los autores originales. Consiga un buen diario y cree una versión manuscrita de su libro favorito de la Biblia.

Entender. Sin este hábito clave, todo lo demás es inútil. Comprender implica estudiar, observar, comparar, contrastar, delinear, organizar, analizar e indagar sobre los patrones de pensamiento en las Escrituras. Pero, sobre todo, requiere que el Espíritu Santo proporcione la bendición de interpretar lo que ha inspirado.

Memorizar. Muchos, de adultos, pierden este arte. Pero memorizar es más necesario y beneficioso para quienes tienen la memoria debilitada. Memorizar las Escrituras fortalece el corazón y agudiza la mente. Jesús aprendió gran parte del Antiguo Testamento y nos animó a reclamar sus promesas en la batalla espiritual por nuestras almas.

Meditar. Mientras que las religiones orientales buscan vaciar la mente, la Biblia nos enseña a llenar la mente. La meditación toma un verso (memorizado) y lo repite poniendo énfasis en una palabra diferente cada vez. De esta manera, uno experimenta el significado completo del versículo al resaltar cada palabra. Aplicar. ¿De qué sirve todo lo anterior sin una aplicación real en nuestras vidas? En verdad, la Palabra de Dios sólo puede hacerse eficaz mediante el poder del Espíritu Santo. Que la Palabra Viva nos dé el entusiasmo y el entusiasmo para llevar nuestro viaje con la Palabra Escrita al siguiente nivel.


Fuente: https://www.adventistworld.org/