Cuando entré en la pista de aterrizaje de Oksapmin, fui recibido por una multitud vibrante que esperaba ansiosamente el inicio del programa PNG para Cristo. En medio de la emoción, me atrajo una extraordinaria historia compartida tanto por el equipo de seguridad del programa como por los propios aldeanos: la historia de una iluminación sobrenatural que había adornado el cartel publicitario apenas unos días antes de mi llegada.
Según los testimonios, una luz brillante había bañado el cartel publicitario con un brillo etéreo durante dos noches consecutivas antes de mi aterrizaje. Este fenómeno, presenciado tanto por el personal de seguridad como por los aldeanos, fue más que una simple maravilla logística; fue un signo profundo de invitación divina.
El faro radiante, que brilla intensamente contra el telón de fondo del terreno accidentado de Oksapmin, un lugar sin electricidad ni conectividad de red telefónica, sirvió como un llamado convincente a la comunidad predominantemente bautista. Los llamó al próximo programa con un atractivo irresistible, conmoviendo corazones y encendiendo una ferviente anticipación por lo que les esperaba.
¿La lección que aprendí? Dios va delante de nosotros en el suelo.
En medio de los desafíos e incertidumbres de Oksapmin, donde las comodidades modernas son escasas, esta exhibición luminosa fue un poderoso recordatorio de la presencia de Dios abriendo el camino. Una asistencia promedio de 1300 personas, según lo informado por los ujieres y organizadores, subrayó la abrumadora respuesta de la comunidad a la invitación.
Al regresar de este viaje en este remoto rincón de Papua Nueva Guinea, recuerdo que, efectivamente, Dios está delante sobre el terreno, guiándonos e iluminando el camino hacia la transformación y la renovación.
Toma Naivalu es pastor en la Misión de Fiji. Compartido desde su página de Facebook con permiso.
Fuente: https://record.adventistchurch.com/
