Hasta la comunidad Los Hondones, ubicada en la Ciénaga de Zapata, paraje particular de la geografía de Cuba, fue un joven adventista siguiendo los ensueños de su vocación profesional: la biología. A sus 21 años Abel Luis Simeón ya sabe que esta “es la ciencia que se encarga de estudiar todas las formas de vida y todo lo relacionado con ellas.” Tras años de estudios en la Universidad Marta Abreu de la provincia de Villa Clara, confirma lo que desde niño sentía, pasión por la ciencia, sobre todo la naturaleza, el interés por el estudio y el gusto por contemplar la creación de Dios perfecta y hermosa.
“Desde cada simple célula hasta el más complejo de los ecosistemas veo la perfección de Dios,” cuenta lleno de emoción. “Mientras más aprendo y entiendo lo que pasa en el mundo vivo y la perfección de éste, más cuenta me doy de la perfección de Dios y de su gran poder. A través de la naturaleza, veo su mano creadora y siempre aprendo lecciones que puedo aplicar al ámbito espiritual.”
Desde la perspectiva cristiana y particularmente Adventista del Séptimo Día, la biología estudia el libro de la naturaleza como una fuente de conocimiento del Creador. Sin embargo, Abel no se queda en el mero conocer, “yo soy conservacionista -declara-, protejo la naturaleza; y al contribuir en algo a proteger esa creación de Dios se siente bien espiritualmente y te da satisfacción poder conservar. Es un tipo de mayordomía.” Sus palabras manifiestan la responsabilidad que tiene como hijo de Dios a partir de los saberes que se le han conferido. Para él queda claro el vínculo que existe entre su profesión y la fe, siendo este uno de los grandes desafíos que enfrentan los jóvenes adventistas en la actualidad.
En el diálogo sostenido revela además los motivos de su visita a ese lugar. “Mi tema de tesis lo voy a trabajar en la Ciénaga relacionado con la conservación de aves, cuatro especies de palomas terrestres, dos de ellas endémicas de Cuba y las otras dos además son de distribución restringida. Son especies amenazadas, por eso el trabajo de conservación. En realidad fui a la Ciénaga a conocer el área de trabajo.” ¿Y por qué las aves? “A mí me gusta la zoología de manera en general –responde- pero las aves hasta ahora es el camino que estoy yendo porque mi tutor es ornitólogo y hasta ahora el trabajo de tesis es en eso.”
La dedicación de este joven y el gusto por lo que hace lo llevaron a ganar un concurso concebido para promover la observación de aves en Cuba. La convocatoria es emitida desde el Laboratorio de Ornitología de Cornell, en los Estados Unidos y consiste en hacer reportes de aves a través de listas que se incluyen en una base de datos mundial llamada eBird. Estas listas se realizan en diferentes localidades o momentos del año de las aves que se ven. Abel hizo un total de 322 listas. El premio obtenido fue un valioso libro sobre aves, donado por un estadounidense.
Así, entre experiencias y anhelos, cuenta que el estar en contacto directo con la naturaleza, en el esparcimiento de su vocación, la plenitud de Dios se hospeda en su corazón. Sus ojos se llenan de colores y sensaciones que alimentan su crecimiento espiritual y profesional. Y, mientras contempla los paisajes y los seres creados vienen a su mente versículos como el Salmo 23:2 y cantos como “El mejor lugar del mundo”.
Por: Ms. Dianelys Hernández Oliva