La inclusión social es de suma importancia para la calidad de vida de las personas autistas. La convivencia en sociedad, ya sea familiar o escolar, permite a las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) desarrollar y/o mejorar las habilidades de comunicación social y cognitivas necesarias para su desarrollo.
Por ello, es importante que los espacios públicos y privados tomen conciencia y desarrollen un enfoque de inclusión. Esto incluyó la planificación de sus estructuras, acciones, posibilidades de acogida efectiva, así como la empatía con las personas con discapacidad y sus familias.
La escuela debe prepararse para recibir a un estudiante con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Lo ideal es equiparar siempre dos acciones:
- Conocer las características del individuo – Los educadores necesitan saber más sobre este alumno, organizando el ambiente escolar de acuerdo a sus necesidades. Por lo tanto, se debe considerar la individualidad de cada estudiante. Incluyendo, si es posible, preparar la rutina para que pueda ser entendida visualmente por el niño.
- Planificar y practicar estímulos progresivos – Brindar momentos sociales es fundamental para desarrollar, desde edades tempranas, percepciones y formas de interacción. Cumpleaños, escuela, salidas a espacios sociales, reuniones, jugar en espacios con otros niños, participar en eventos familiares y clubes, explorar momentos de compartir y cooperación y estar siempre dispuesto a salir de casa son algunas situaciones para la estimulación cerebral.
En casos más severos de Trastorno del Espectro Autista, es esencial que los familiares, maestros y terapeutas animen al individuo autista a la interacción social en un proceso gradual. Para ello, es importante contar siempre con un seguimiento y orientación profesional.
El juego se utiliza en las intervenciones de neuropsicopedagogía como otra forma de explorar las funciones cognitivas y trabajar aspectos del comportamiento afectivo y social del sujeto. Vygotsky (1991), considera que el juego crea las denominadas zonas de desarrollo próximo que brindan saltos cualitativos en el desarrollo y aprendizaje.
La formación docente en Brasil es insuficiente en relación al Trastorno del Espectro Autista, entre otras carencias, trastornos o síndromes. Sin embargo, es necesario atender las necesidades sociales, comunicativas, sensoriales y pedagógicas de estos alumnos. Por lo tanto, la familia siempre debe participar y contribuir en el proceso de aprendizaje como socia de la escuela, y la escuela como socia en el proceso de gestión que trazan la familia y los terapeutas. Esta alianza es fundamental, porque muchas veces la familia es el punto de partida y el punto final de este gancho para acceder y alcanzar los objetivos.
Fuente: https://www.adventisteducators.org/