Ex-recluso experimenta un cambio de vida, regresa a prisión para ayudar a otros reclusos

Noticias Adventistas 2022.05.20

En dos años, el número de personas encarceladas en Brasil llegó a 820.000, ya sea en instalaciones cerradas, semiabiertas o albergues. Actualmente, las cárceles están superpobladas, con un 50 por ciento más de su capacidad ideal, según datos del Banco de Monitoreo Penitenciario y el Consejo Nacional de Justicia (CNJ).

Para tratar de cambiar esta realidad, la religión se utiliza para trabajar en el proceso de resocialización de los detenidos y busca ayudar a reducir las tasas de reincidencia. Además, predice un mejor comportamiento de los presos.

La sede administrativa de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Brasilia y sus alrededores ha ofrecido asistencia a las autoridades públicas para lograr estos objetivos. Por ello, mantiene el Ministerio Penitenciario, que atiende a más de 16.000 internos en la región.

Joymir Guimarães es el coordinador de la iniciativa. Él también vio su vida transformada por acciones similares realizadas por el proyecto que coordina. Encarcelado en el Complejo Penitenciario de Papuda, uno de los más grandes de Brasil, su vida se transformó mientras aún estaba en prisión.

Guimarães no quiso guardarse esa esperanza. Años más tarde, regresó al recinto y fue el primer ex convicto autorizado para llevar alivio a los reclusos a través de mensajes bíblicos. “La espiritualidad es de gran importancia en la reinserción y resocialización de quienes salen de prisión. Yo estaba allí, tirado por ahí, olvidado. La iglesia creyó en mí y eso fue muy importante para mi resocialización. Ahora estoy de regreso para ayudar a otros”, dice emocionado.

El coordinador explica que el ministerio ayuda en la recuperación de drogodependientes, da apoyo a familiares y fomenta la cultura a través de una acción denominada “Página Virada”.

El Ministerio Penitenciario ha transformado la vida de cientos de presos. [Foto cortesía de la División Sudamericana]

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En alianza con el Ministerio Público del Trabajo y la Secretaría de Justicia y Ciudadanía del Distrito Federal, el Ministerio Penitenciario propone incentivar a los internos a leer. A cambio, tienen la posibilidad de reducir la pena. Las reuniones tienen lugar todos los lunes y jueves, cuando se realiza una rueda de conversación sobre la lectura de la semana.

Por cada libro leído dentro de los 30 días, los presos escriben un ensayo y deben obtener una puntuación mínima de seis puntos. Una vez alcanzado el importe mínimo, la pena se reduce en cuatro días. Por año, la reducción máxima posible de la pena por lectura es equivalente a 48 días. Al final del proyecto se realizan evaluaciones de los ensayos producidos y se premian los tres mejores.

“Estamos muy contentos con el resultado. Lo que también es interesante es cómo aplicamos las historias del libro a nuestra vida diaria. Hablamos de cómo salir de la vida del crimen, qué debemos hacer, cuáles son los caminos, cuáles son las pautas. Los detenidos comienzan a tener una nueva visión de la vida y comentan que nunca la habían pensado de esa manera”, explica Guimarães.

En las acciones participan decenas de voluntarios, como pastores, capellanes, abogados y psicólogos. Cada profesional ayuda de una manera específica. Durante las visitas, los voluntarios hablan con los detenidos y utilizan historias de la Biblia para brindarles momentos de reflexión y cambio en sus vidas.

Por  Rafael Brondani


Fuente: https://adventist.news/