Un viernes por la mañana en octubre de 2019, amigos, compañeros de trabajo y familiares se unieron a mi esposa, nuestras dos hijas y a mí para enterrar a nuestro hijo menor. Nuestras hijas tenían 3 y 4 años, respectivamente, en ese momento. Parecía bastante claro que no entendían completamente los eventos que se desarrollaban ese día. A la mañana siguiente, un sábado, mi esposa y yo llevamos a nuestras hijas a la tumba del bebé para tratar de explicarles lo que habían presenciado el día anterior.
Habían estado esperando la llegada de su hermanita durante meses, y ahora, de repente, todas sus esperanzas de hermana mayor se desvanecieron. Comencé a explicar cómo un día escucharíamos el fuerte sonido de una trompeta, y luego veríamos el cielo sobre nosotros retroceder para dar paso al Rey de reyes que descendería del cielo con ángeles en número diez mil veces diez mil, y miles de miles, para despertar a los que habían muerto en Cristo. Le expliqué cómo esa pequeña tumba se abriría de golpe ese día y su hermanito sería resucitado y traído a nosotros por un ángel y nos reuniríamos como una familia. La segunda venida de Cristo es un verdadero consuelo para los creyentes en duelo y, sin embargo, también proporciona un respiro para los cristianos que sufren.
Cada vez que yo, un miembro de mi familia o un amigo pasamos por una serie aparentemente interminable de crisoles, me hace desear fervientemente que la Segunda Venida ocurra más temprano que tarde, porque, como dijo una vez un compositor, “cuando suene la trompeta del Señor, , y el tiempo no será más, y la mañana romperá, eterna, brillante y hermosa,” 1 todas las variaciones del sufrimiento tendrán un final eterno.
Este simple conocimiento y firme creencia en la segunda venida de Cristo es como un refrescante oasis en el desierto de los gigantescos desafíos de la vida. A medida que experimentamos el sufrimiento en cualquier forma, debemos reconocer que estamos en compañía de grandes hombres y mujeres de una fe notable que también han pasado por un gran sufrimiento. Elena G. de White señaló una vez: “Todos los que en este mundo rinden un verdadero servicio a Dios o al hombre reciben un entrenamiento preparatorio en la escuela del dolor. Cuanto mayor sea la confianza y mayor el servicio, más cerca será la prueba y más severa la disciplina”. 2 El apóstol Pablo, por tanto, escogió gloriarse en sus sufrimientos (2 Cor. 12:9) para que el poder de Cristo pudiera habitar dentro de él. Qué maravilloso pensamiento llevar a cabo a través de cada prueba que se nos presente, que cuanto más difícil sea la prueba y más severa la disciplina, más pesada será la confianza que Dios deposite en ustedes y más elevado el servicio al que Él los llame. Por lo tanto, mientras suframos, es con el conocimiento de que más allá del sufrimiento, Cristo aparecerá pronto.
1 James Black, “When the Roll Is Call Up Yonder,” The Seventh-day Adventist Hymnal (Hagerstown, Md.: Review and Herald Pub. Assn., 1985), no. 216.
2 Ellen G. White, Educación (Mountain View, California: Pacific Press Pub. Assn., 1903), pág. 151.
Fuente: https://www.adventistworld.org/
