El extraño comportamiento de un profeta

Comentarios 2022.10.05

En 2 Reyes 4:34, 35 se nos dice que Eliseo resucitó a un niño poniendo sus ojos sobre los ojos del niño, su boca sobre la boca del niño y sus manos sobre las manos del niño. ¿Por qué hizo esto? 

El texto bíblico no proporciona una respuesta explícita a su pregunta. Sin embargo, podemos sacar algunas inferencias lógicas del texto que pueden ser útiles.

Solo Dios Puede Dar Vida

Probablemente el enfoque principal de la historia es mostrar que solo Dios puede dar vida a los muertos. Esto implica que ni siquiera Su profeta tiene poder en sí mismo para dar vida. La exclusividad del poder de Dios se manifiesta en la historia de dos maneras. No sabemos por qué el profeta le pidió a su siervo que siguiera adelante y colocara la vara de Eliseo, un símbolo de la presencia y autoridad del profeta, en el rostro del niño. Pero sabemos que no hizo ninguna diferencia. También sabemos que la peculiar acción de Eliseo calentó el cuerpo del niño pero no le dio vida.

Una oración

Yo sugeriría que lo que tenemos aquí es una oración representada. Eliseo está orando de una manera inusual porque la petición no es común. Como en la oración, cae de rodillas (heb. gahar , “doblarse, agacharse”; ver 1 Reyes 18:42) y se acuesta, no en el suelo, sino sobre el cuerpo del niño. Esta es en principio una de las posturas de la oración, durante la cual nos identificamos humildemente con el polvo ante el Señor de la vida. En este caso Eliseo, consciente de que no puede devolverle la vida al niño, se identifica con el niño muerto.

Una solicitud

Si es una oración y Eliseo se identifica con el niño, ¿qué le está pidiendo el profeta al Señor que haga? Pues podría estar pidiéndole a Dios que le transfiera la muerte del niño y que le deje vivir, como lo había hecho Moisés (Ex. 32:32). Si ese fue el pedido del profeta, el Señor no lo escuchó, porque el niño revivió y Eliseo no murió. La segunda opción podría ser que al identificarse con el niño, Eliseo le está pidiendo al Señor que le devuelva al niño lo que el profeta como ser viviente ya tiene: la vida. Entonces estaría pidiendo a Dios que permitiera que los ojos del niño se abrieran, que su boca hablara y que sus brazos, que representaban todo el cuerpo, se vitalizaran. Si esta fue la oración, ciertamente fue respondida: El Señor abrió los ojos del niño, pudo respirar y su cuerpo fue energizado por el poder de Dios.

Eliseo no pudo dar su vida por la del niño, pero el Hijo de Dios sí dio su vida por los pecadores destinados a la muerte eterna. Se hizo uno de nosotros, identificándose plenamente con nosotros, y tomó nuestra muerte para que seamos partícipes de su vida. Lo que los humanos no pueden hacer, Dios lo hizo a través de Jesús el Cristo.

Por Angel Manuel Rodríguez


Fuente: https://www.adventistworld.org/