Cultura del envase

Comentarios 2021.06.05

Querido joven

¿Has escuchado hablar de la cultura del envase?

No, no se refiere a la práctica de guardar los envases para darles otro uso doméstico.

Tampoco al hobby de coleccionar vasijas, un entretenimiento sano que algunas personas practican.

La frase fue acuñada por Eduardo Galeano, el laureado periodista y escritor uruguayo en su declaración:

Vivimos en un mundo donde 

el funeral importa más que el muerto, 

la boda más que el amor 

y el físico más que el intelecto. 

Vivimos en la cultura del envase. 

Que desprecia el contenido.

Y la pregunta es. ¿Qué es más importante el envase o el contenido? ¿Lo que aparentas o lo que eres?

Seguramente sí has oído hablar del narcisismo, que generalmente viene acompañado de una autoestima baja o errónea. Es muy común en nuestros días la práctica del fisiculturismo en busca de un cuerpo estilizado, y el uso de modas y adornos enfocados en lo exterior, tanto que hasta lleva a algunos hombres a prácticas puramente femeninas en busca de embellecer el envase.

Me encanta la manera cómo Martí aborda este asunto. En misiva enviada a María Mantilla le escribió:

Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera, Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa y la belleza echa luz. (…) Es la elegancia verdadera: que el vaso no sea más que la flor.

Hay distintos puntos de mira para saber cuánto tú vales.

El punto de vista propio. Aunque hay algunos que se creen cosa, lo cierto es que muchos nos sentimos inconformes con lo que somos y nos apenaría si las demás personas supieran de nosotros algunas cosas que nosotros sí sabemos y nos llenarían de vergüenza si fueran expuestas al público.

El punto de vista de los demás. A menudo es el que más nos preocupa y ocupa. Procuramos dar la mejor imagen de nosotros y solemos comportamos mejor ante los demás que cuando estamos solos. Pero la apariencia externa, no revela los verdaderos motivos de la vida, pues con frecuencia se interpretan mal las acciones.

El punto de vista de Dios. Considero que es el más importante, aunque a veces no lo tenemos en cuenta. La vista de quienes nos conocen es limitada y su concepto acerca de nosotros puede estar distorsionado. Pero Dios nos ve y conoce tal cual somos y nada puede estar oculto a sus ojos. La buena noticia es que Dios nos mira con tierna misericordia. Todos los seres humanos somos una mezcla confusa de virtudes y defectos. Cuando Dios nos mira no se detiene a contemplar lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser si le das espacio en tu vida.

El profeta Samuel salió a cumplir una misión especial encomendada por Dios, buscar y ungir a un rey para Israel. La orden que Dios le dio fue muy específica: reúne a la familia de Isaí y yo te indicaré que hacer.

Cuando Isaí y sus hijos se reunieron a la hora del sacrificio, Samuel vio a Eliab y quedó impresionado por su porte elegante y dijo: “De cierto delante de Jehová está su ungido.” (1 Sam. 16:6)

“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” (1 Sam. 16:7)

La historia bíblica narra como Isaí fue presentando a sus hijos uno a uno delante de Samuel, siete hijos presentó ante el profeta, y éste le preguntó: “¿estos son todos tus hijos? Y él respondió: queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y Samuel dijo a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. Envió pues por él y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos y buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque este es.” (v. 10-12)

Ni su padre Isaí vio en su hijo David un buen prospecto para ser rey. La descripción que se hace de él evidencia su juventud y ternura en contraste con el carácter forjado y coraje que se esperaban ver en el futuro rey.

Nadie pudo imaginar la grandeza de corazón de ese joven, un sencillo pastor de ovejas. El hombre mira lo que está delante de sus ojos, Jehová mira el corazón y en David pudo ver a un hombre con virtudes y defectos pero conforme a su corazón. El contenido es más importante que el envase. No lo olvides.

Mira este otro caso. Los productores de películas y los artistas se esmeran en presentarnos un Jesús atractivo y elegante, pero la Biblia nos dice que era como “raíz de tierra seca”, sin “parecer” ni “hermosura”, “sin atractivos para que le deseemos.”

En una ocasión sus coterráneos lo vieron predicar y lo menospreciaron y con incredulidad dijeron: “¿no es este el hijo del carpintero?”

 Ya ves. La opinión sobre nosotros mismos no es la que más importa. La opinión de los demás sobre nosotros es importante, pero no es determinante, muy a menudo puede estar prejuiciada. Cómo Dios nos ve es mucho más importante y es determinante.

Preocúpate más por el contenido que por el envase. Cuántas veces hemos sido engañados por el Marketing que nos presenta un perfume o desodorante en un voluptuoso y atractivo frasco y al fin nos percatamos que apenas tiene un poquito de la que realmente quisimos comprar.

O lo que es peor, una falsificación. Casi todas las mañanas frente a mi casa pasa un individuo comprando frascos de perfume vacíos, pero no compra cualquier tipo de frasco, solo compra de perfumes de marca y que estén en buen estado. Muchas veces me pregunté: ¿Y para qué? Hasta que un día lo escuché anunciando que vendía perfume de marca. Mi pregunta quedó respondida.

Retorno a mi pregunta inicial: ¿Qué es más importante, lo que aparentas o lo que realmente eres?

La expresión “Jehová mira el corazón”, se refiere al intelecto, los afectos y la voluntad. “Cuando Moisés dijo a los hijos de Israel: Amaras a Jehová tu Dios de todo tu corazón pensaba en la influencia guiadora que actúa en la vida por medio de una relación personal con Dios… David había aprendido a conocer a Dios mientras apacentaba sus ovejas y, aunque no lo reconocieran sus hermanos, ese conocimiento hizo posible que el Espíritu de Dios lo guiara paso tras paso.”

No es suficiente que las gentes nos conozcan como cristianos. Dale un espacio a Jesús en tu vida y tu vida será transformada a su imagen y semejanza. Lo que en la vida real importa es que cuando Dios nos mire vea en nosotros reflejado el rostro de Jesús.

En este tiempo, cuando vivimos en la cultura del envase te hago un llamado a no vivir de las apariencias. Dios no mira como los hombres lo que está delante de sus ojos. Él mira el corazón. Dios no vive la cultura del envase. El aprecia el contenido.

¡Dios te bendiga!.

Por: Pr. Jenaro Jiménez de Castro Romero

Edición por: Jazmín Esther García Borges