¿Cuál es la mayor prioridad en la misión?

Noticias Adventistas 2023.07.31

Después de un fructífero día de presentaciones y discusiones estimulantes, los líderes adventistas que asistieron al Simposio de Salud de la División Interamericana ingresaron a las horas sabáticas con un culto de adoración desde la sede regional de la iglesia en Miami, Florida, Estados Unidos, el 28 de julio de 2023. Decenas de líderes asistieron en forma presencial, mientras que otros cientos de toda la región siguieron el programa en línea.

El culto vespertino incluyó momentos de música de alabanza y un mensaje espiritual a cargo del vicepresidente de la Asociación General ya jubilado Lowell Cooper. Cooper invitó a su audiencia a pensar “no en programas, o estrategias, o secretos de éxito en el liderazgo eclesiástico o institucional”. Por el contrario, la dirección.” En cambio, él llamó a los líderes de salud  Adventista para reflejar que es lo que alimenta la vida interna de un individuo. Notando que las instituciones son extensión de pensamiento humano y la energía humana, en los próximos veinte minutos, el moderador partió para definir que debe ser, según la Biblia, la prioridad más alta en la misión para los líderes del Adventista.

¿Ventanas o espejos?

En las organizaciones, y quizá también en los individuos, existe una tendencia a, a medida que maduran, reemplazar las ventanas con espejos, dijo Cooper. Explicó la metáfora: “El hecho mismo del éxito puede captar nuestra atención de maneras que nos apartan de nuestro propósito. Terminamos mirándonos a nosotros mismos y descuidando la evaluación futura y externa de lo que nos rodea y de nuestras trayectorias”, explicó.

Siguió diciendo: “A nivel personal, después de unos años en una carrera, hay una reputación que proteger, un estatus en el que avanzar, y la preocupación con esas cosas puede oscurecer el sentido propio del llamado al servicio”.

Todo hogar necesita ventanas y espejos, dijo Cooper al expandir la metáfora. “La contemplación y la evaluación de la misión tienen su lugar. Acaso el peligro […] es la tendencia a perder el equilibrio adecuado”.

En busca de nuestro foco

Los psicólogos distinguen entre lo central y lo marginal en nuestra atención, siguió diciendo Cooper. “La idea básica es que, en la vida cristiana, Dios tiene que llegar a ser el centro, no a costa de excluir las demás cosas, sino para darle el lugar y la perspectiva apropiados”. Y añadió: “El peligro que tenemos no es que rechacemos por completo a Dios, sino que lleguemos a sentirnos tan atraídos por otras prioridades que perdamos la conexión con la fuente fundamental de poder, sabiduría, energía y perspectiva. Podemos llegar a estar tan ocupados con la obra del Señor que terminamos perdiendo contacto con el Señor de la obra”, expresó.

Con esto en mente, Cooper invitó a los líderes adventistas a que reflexionen en el transcendental diálogo entre el Jesús resucitado y Pedro según se registra en Juan 21. Jesús le preguntó a Pedro tres veces: “¿Me amas?”

“Al hacer esas preguntas, Jesús estaba tratando que Pedro pensara cuál era su mayor prioridad en la misión,” dijo Cooper. Jesús no le preguntó: “Pedro, ¿me conoces?” sino que le hizo una pregunta relacional, explicó Cooper. No le preguntó a Pedro si había entendido las 28 creencias fundamentales, si conocía la estructura organizacional o formular la planificación estratégica. Jesús le preguntó a Pedro si lo amaba. Y cada vez que Pedro le respondió, Jesús le respondió con una comisión. “Quiero que comprendan que hay un estrecho vínculo entre la pregunta y la comisión”, dijo Cooper.

¿Me amas?

La pregunta fundamental de Jesús “nos lleva a las profundidades de una mayor conciencia”, enfatizó Cooper, “porque la verdad de la naturaleza humana es que amaremos alguna cosa. Todas las personas adoran algo. Y la tragedia y la oportunidad es que terminamos siendo como aquello que adoramos.

Cooper recordó a su audiencia que vivimos en una sociedad global saturada con mensajes y llamados de dar nuestra lealtad a diversos ideales y proyectos. “En medio de la confusión, necesitamos hallar algo que sirve como punto central en nuestra vida. Es la brújula por la cual operamos. [Y] el que obedece la brújula puede disfrutar de la libertad del mar; el que ignora la brújula, se ve cautivo de cada viento y cada ola”, ilustró Cooper.

Con esta pregunta, “¿Me amas?” Jesús “nos fuerza a considerar qué es lo que ocupa el centro de nuestra atención. Uno que en verdad ama a Jesús sabe cómo experimentar paz y gozo en este mundo sin verse cautivado por las cosas de este mundo”, dijo Cooper.

Por qué es una pregunta fundamental

Según Cooper, es importante que pensemos con detenimiento en esta pregunta, porque “es posible que lleguemos a Dios no porque lo amamos sino porque amamos alguna otra cosa y estamos buscando su ayuda para preservar el objeto de nuestros afectos […]. En un mundo dedicado a medir el desempeño, es demasiado fácil enfocarnos en la actividad antes que en la productividad […]. Es demasiado fácil transformar la religión en tan solo un conjunto de creencias. [Pero] Jesús llamó a las personas para que sean seguidores, no solo creyentes”.

En ese sentido, enfatizó Cooper, “es el amor por Cristo que brinda el poder de transformación en la vida, hasta que llegamos a ser como Cristo”. Cooper citó a Elena G. White, cofundadora de la Iglesia Adventista, quien escribió: “Los seguidores de Cristo no necesitan preocuparse por brillar. Si contemplan constantemente la vida de Cristo, serán transformados a la misma imagen en su mente y corazón. Brillarán entonces sin intentarlo superficialmente”.

Amarlo es servirle

En el cierre de su mensaje, Cooper conectó una declaración de amor por Cristo con sus implicaciones prácticas para la vida de sus seguidores. “Cuando amamos a Jesús, aprendemos también a amar a las personas”, recordó Cooper a los líderes adventistas. “Y cuanto más pensamos en las palabras de Jesús, más comenzamos a entender que la satisfacción proviene de ser vaciados en lugar de ser llenados. Una vida de servicio no solo para beneficiar a los demás; brinda significado a nuestras vidas”.

Es la razón por la que la pregunta que Jesús le hizo a Pedro es fundamental, enfatizó Cooper. Porque “el amor por Jesús nos orienta a la misión de Dios. El amor por Jesús nos transforma para que seamos como Jesús. El amor por Jesús nos capacita para que sirvamos a la humanidad en su nombre. Y amor por Jesús hace que el servicio sea un privilegio”.


Fuente: https://interamerica.org/es/