Temprano en la mañana, cuando aún está oscuro, la harina y el agua se encuentran. Se levantan con levadura y se introducen en un horno para transformarlos con calor. El aroma llena el aire, enviando una invitación irresistible a delicias deliciosas.
Una por una, la gente viene a ordenar, socializar y reír. Todos los días, personas de todas las edades y diferentes etnias hacen fila en esta panadería, ansiosas por saborear el delicioso pan.
Hacer pan requiere tiempo y paciencia. Se necesitan manos amorosas para mezclar los ingredientes y presionarlos hasta que la masa esté lista para crecer y crecer. Lo mismo ocurre con la gente; se necesita tiempo y paciencia para cultivar la confianza y la amistad, calentar sus vidas e invitarlos a seguir a Jesús.
En el centro urbano de influencia de Trapezata Global Mission en Bulgaria, los miembros del personal ofrecen a los visitantes más que comida. Aquí las personas encuentran espacio para interactuar y participar en diversos cursos y actividades. A medida que hacen nuevos amigos, se invita a los visitantes a convertirse en voluntarios. De esta manera, pueden retribuir y ayudar a los demás también.
Un voluntario habitual, Dimitur, encontró un propósito en Trapezata al dar clases particulares de matemáticas a los estudiantes. “Aquí hay buena gente y desarrollé buenas relaciones con diferentes personas”, dijo Dimitur. “Por eso quiero dar lo mejor de mí a los demás. Siento un fuerte deseo de aprender más sobre Dios y la Biblia. Tengo esta idea de que tengo que ayudar, y si puedo, lo voy a hacer. No soy profesor de matemáticas. Soy ingeniero, pero aquí ayudo a los niños con matemáticas”.
Dimitur viaja más de diez kilómetros cada día, a veces a pie. Comenzó como cliente, luego se convirtió en voluntario y ahora es un adventista bautizado del séptimo día. Como Dimitur, muchas personas que vienen a Trapezata encuentran el Pan de Vida.
La dirección de Trapezata ha visto cómo los centros de influencia pueden funcionar como una plataforma para involucrar a la comunidad y formar amistades.
El dueño de la panadería, Christo Kudinov, dijo: “Dios nos dio este lugar para mantenernos cerca de la gente. Nos mostró que necesitábamos un lugar donde la gente se sintiera aceptada y como en casa. … Por eso creamos una panadería: huele a casa. En Bulgaria la gente come mucho pan. … Así obró Cristo. Estaba cerca de la gente. Les ofreció el Pan de Vida, los sanó y los cuidó. Y queremos hacer lo mismo”.
Fuente: https://www.adventistworld.org/