“Todo lo que Dios necesita es la punta de mi dedo”

Historias 2024.01.22

Ross Craig quedó atónito cuando sus hermanos le contaron lo que habían hecho sus padres.

“Cuando compraron parcelas en el cementerio, ellos también adquirieron uno para ti, porque pensaron que tú te morirías primero”, le dijeron. “Durante los últimos veinte años, hemos estado esperando una llamada telefónica que nos diga que te han matado o que has muerto de sobredosis”.

Ross creció en Queensland, Australia, con padres adventistas recién bautizados. Asistió a una escuela primaria adventista y entonces a una escuela secundaria pública, donde descubrió que había otras cosas en el mundo además de la comunidad adventista. Se graduó y se mudó a Brisbane para seguir estudios universitarios, y allí Ross comenzó a apartarse de Dios.

Comenzó a trabajar como camarero en un bar para pagar sus estudios y alojamiento. Ross comenzó a usar drogas ilícitas y hasta se involucró en su fabricación. Pero no importa lo que hiciera para experimentar la felicidad temporaria, se sentía vacío e insatisfecho.

Una noche, Ross caminó hacia el Puente Story, un lugar popular para los que querían poner fin a su vida. De pronto, dos hombres se le acercaron. Al recordar esa fatídica experiencia, dijo: “Me preguntaron: ‘¿Crees en Dios?’ Les respondí: ‘Sí, algo así. Solía creer’. Entonces me preguntaron si podían orar por mí”.

Ross no recuerda que le dijeron los hombres, pero algo de la oración lo hizo cambiar de parecer, y se dio vuelta y se fue de allí. Había dado unos diez pasos cuando se volvió a ver quiénes eran los hombres.

“Había desaparecido”, dice Ross. “Podía ver en todas direcciones. O eran corredores profesionales o ángeles. Esa noche, me di cuenta de que esto era serio. Había hecho algo que había captado la atención de Alguien”.

Un tiempo después, Ross se enteró de que sus padres estaban seriamente enfermos. No había estado con ellos durante veinte años, porque estaba avergonzado de su adicción, pero se sintió motivado a ir a verlos otra vez. Desafortunadamente, unas horas después de llegar, su padre murió, pero Ross cuidó a su madre durante seis meses. Ella le pedía que lo lleve a la iglesia los sábados. Al comienzo, iba tan solo para acompañarla, pero con el tiempo, comenzó a aprender más de Dios y llegó a convencerse de que necesitaba un Salvador.

En la iglesia, Ross descubrió por primera vez a Hope Channel y la Escuela Sabática Hope. Y comenzó a escuchar regularmente el podcast de la Escuela Sabática.

El podcast tuvo un efecto significativo sobre él. Llegó a involucrarse más en la iglesia y profundizó más en la Palabra de Dios. Al estudiar, Ross comenzó a comprender el amor de Dios y el poder transformador de la fe. La gente llegó a sugerirle que debía ser pastor. Él difícilmente podía imaginar que Dios pudiera usar alguien con un pasado tan oscuro, pero aun así, se convenció de que ese era el plan de Dios para su vida.

“Dios puede usar a cualquiera, porque Dios ama a todos”, dice Ross.

Ross es ahora un pastor ordenado y continúa esparciendo el mensaje de esperanza de Dios a los que luchan, así como lo hizo él una vez. “Si mi experiencia puede ayudar a que tan solo una persona reconsidere a Dios y acepte a Jesús en su vida, todo ha valido la pena”, dice.

Con lágrimas, recuerda un sueño frecuente que tuvo su hermana mayor y que compartió con él. Él se estaba ahogando, y ella solo podía ver la punta de su dedo índice por sobre el agua. Pero se aferró de eso para sacarlo a la superficie.

“Jamás es demasiado tarde”, dice Ross. “Aun si es tan solo un dedo que está fuera del agua. Así de poderosa es la gracia de Dios. La punta del dedo es todo lo que él necesita”.

La versión original de esta historia fue publicada por Misión Adventista. Maharani Lumban-Gao era una especialista de medios sociales de Hope Channel International cuando escribió esta historia.


Fuente: https://interamerica.org/es/