Cuándo creó Dios el amor, el sexo y el matrimonio? ¿Cómo fue?

Comentarios 2023.12.09

¿Alguna vez te has preguntado sobre los orígenes del amor, el sexo y el matrimonio? La Biblia ofrece un relato fascinante de cómo Dios creó la sexualidad humana y cómo era en el principio. Exploremos los orígenes divinos de la sexualidad humana y el significado del amor y el matrimonio según la Biblia. Viajemos en el tiempo al Jardín del Edén y descubramos el hermoso diseño que Dios diseñó para el amor, el sexo y el matrimonio.

La primera boda

La historia de la sexualidad humana comienza con la creación del primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva. En el libro del Génesis, Dios creó el universo, la Tierra y todos los seres vivientes. Como pináculo de Su creación, Dios hizo a Adán y Eva a Su propia imagen (Génesis 1:26-27) . Este diseño único les dio una relación especial con su Creador y entre ellos.

Dios primero creó a Adán de la Tierra para que pudiera cuidar la Tierra. Estaba solo y Dios reconoció que no era bueno para él estar solo. Luego Dios creó a Eva a partir de Adán para que se tuvieran el uno al otro. Nuestra vocación real como reyes y reinas regresa a este momento muy temprano de nuestra historia. Desde el principio, fuimos creados para reflejar el carácter de Dios mientras “gobernamos la tierra y la sojuzgamos” (Génesis 1:28) . También estamos llamados a cuidarnos unos a otros y adorar al Dios creador, que nos ama profundamente.

La primera boda ocurre unas horas después de que Adán y Eva se conocieran por primera vez. Dios fue el ministro oficiante, y todo indica que su amor se materializó en intimidad sexual siguiendo el orden de Dios de multiplicarse. De hecho, Adán y Eva fueron llamados a participar en la creación creando nuevos seres humanos a su imagen a través de su intimidad sexual.

Esta unión amorosa y exclusiva entre el primer hombre y la primera mujer establece los estándares más altos posibles para la intimidad sexual.

Cuando Dios creó a los seres humanos, los hizo varón y mujer. De hecho, el lenguaje de las Escrituras indica que reflejamos Su imagen como hombres y mujeres. Este diseño complementario es evidente en sus diferencias físicas, emocionales y espirituales. La Biblia enseña que los hombres y las mujeres son iguales en valor y valor, pero tienen roles y responsabilidades únicos en sus relaciones, particularmente en el matrimonio. Estas diferencias tienen como objetivo crear una asociación armoniosa, que refleje el amor y la unidad de Dios mismo.

El primer matrimonio

El concepto de unidad y unicidad es un aspecto clave del diseño de Dios para el matrimonio. En Génesis 2:24 , leemos que un hombre y una mujer deben llegar a ser “una sola carne” en matrimonio. Esta profunda declaración resalta la profundidad del vínculo entre marido y mujer. Va más allá de la unión física para incluir conexiones emocionales, intelectuales y espirituales.

La intención de Dios es que las parejas casadas experimenten un profundo sentido de unidad, amor e intimidad que refleje Su propio amor y unicidad.

Otro aspecto esencial de la sexualidad humana es el don de la procreación. Dios ordenó a Adán y a Eva “crecer y multiplicarse” (Génesis 1:28) . Este mandato divino expresa la alegría y el privilegio de traer nueva vida al mundo. Los niños se consideran una bendición de Dios y una expresión tangible del amor entre marido y mujer.

En el Jardín del Edén, el matrimonio original entre Adán y Eva debe haber sido una unión idílica e inspiradora. Imagine su vida diaria, llena de amor y tranquilidad, rodeada de la belleza y perfección de la creación de Dios. A medida que profundizamos en esta existencia celestial, podemos obtener una apreciación más profunda de la santidad del matrimonio y el potencial que tiene para nuestras propias relaciones.

Todos los días, Adán y Eva se despertaban con el impresionante paisaje del Jardín del Edén. Los colores vibrantes de las flores, los relajantes sonidos de la suave brisa que susurra entre los árboles y los melodiosos cantos de los pájaros crearon una atmósfera serena y armoniosa. Comenzarían el día juntos, de la mano, explorando las maravillas de su hogar paradisíaco, compartiendo sus pensamientos, sueños y aspiraciones.

Su amor mutuo era puro, libre de cualquier forma de celos, egoísmo o engaño. Compartían un profundo vínculo emocional y espiritual, lo que les permitía comunicarse de forma abierta y honesta. Mientras caminaban por el jardín, se deleitaban con los diversos animales, plantas y otros elementos de la creación, regocijándose en la riqueza y diversidad de la vida.

Por las tardes esperaban ansiosamente la visita diaria de Dios. Oyeron el sonido de Sus pasos y sus corazones se llenaron de gozo y emoción. El Creador mismo se unió a ellos para tener una conversación íntima, compartiendo Su sabiduría, guía y amor. La presencia divina de Dios sólo fortaleció su unión y profundizó su amor mutuo.

Por las noches, cuando el sol se ponía y las estrellas comenzaban a brillar, Adán y Eva se retiraban a su pacífico refugio, reflexionando sobre las increíbles bendiciones que compartían. Su amor mutuo era una verdadera encarnación del amor apasionado e íntimo descrito en el Cantar de los Cantares, donde el novio proclama:

“¡Qué hermosa eres, cariño! ¡Ay que bonito! Tus ojos son como palomas” Cantares de Salomón 1:15

Este matrimonio original en el Jardín del Edén sirve como un poderoso recordatorio de la belleza, la intimidad y el carácter sagrado de la unión entre marido y mujer. Aunque es posible que no experimentemos la misma perfección que Adán y Eva, su inspiradora historia de amor puede animarnos a esforzarnos por lograr un amor, una comprensión y una unidad más profundos en nuestras propias relaciones. Al apreciar el don divino del matrimonio y vivir según los principios de Dios, podemos experimentar una muestra del amor celestial que una vez floreció en el Jardín del Edén.

— Por Sam Neves, Director Asociado, Departamento de Comunicación, Conferencia General


Fuente:  https://www.humansexuality.org/