De la esclavitud a la libertad

Comentarios 2023.07.15

En el libro de Isaías, encontramos un capítulo profundo que revela tanto el quebrantamiento de la humanidad como el increíble amor de Dios. Isaías 59 pinta un cuadro vívido de una sociedad enredada en el pecado, la injusticia y la separación espiritual. Sin embargo, incluso en medio de la oscuridad, el amor de Dios brilla, ofreciendo esperanza, redención y restauración. Aquí, nos sumergiremos en este capítulo y exploraremos cómo el amor de Dios nos motiva a buscarlo y ser agentes de transformación en el mundo.

Aunque existe la barrera del pecado: “He aquí, no se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha entorpecido su oído para oír” (Isaías 59:1 NVI), ¡no se nos deja morir! Estas palabras nos recuerdan que no importa cuán profundo sea nuestro pecado o cuán distantes nos sintamos de Dios, Su amor y poder no tienen límites. Su mano no es demasiado corta para salvarnos, y Su oído no es sordo a nuestros gritos de ayuda. Podemos encontrar consuelo y motivación al saber que el amor de Dios supera cualquier barrera que podamos enfrentar. Incluso cuando cosechamos las consecuencias del pecado: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para que no oiga” (Isaías 59:2 NVI), tenemos esperanza. . El pecado crea una separación entre nosotros y Dios. Interrumpe nuestra conexión con Él e impide que nuestras oraciones lleguen a Sus oídos. Sin embargo, incluso ante estas consecuencias, debemos recordar que el amor de Dios permanece constante. Él anhela nuestro arrepentimiento y desea restaurar la relación rota causada por el pecado.

Es la iniciativa de amor de Dios, como se ve en el versículo 15: “El Señor lo vio, y le desagradó que no hubiera justicia” (Isaías 59:15 NVI), lo que produce la redención y la restauración. El amor de Dios por la justicia y la rectitud se revela en este versículo. Él ve el quebrantamiento en nuestro mundo, las injusticias que afligen Su corazón. Su amor lo motiva a intervenir en favor de los oprimidos, para lograr el cambio y la restauración. Como Sus hijos, estamos llamados a reflejar Su amor por la justicia y buscar activamente formas de marcar una diferencia en el mundo que nos rodea. La promesa del Redentor da esperanza: “’Y vendrá un Redentor a Sion, a los que en Jacob se conviertan de la transgresión’, declara el Señor” (Isaías 59:20 NVI). En medio de la oscuridad, Dios nos da la promesa de un Redentor que vendrá y traerá salvación. Este Redentor es Jesucristo, la encarnación del amor de Dios por nosotros. A través de Su sacrificio, se nos ofrece el perdón, la redención y la restauración de nuestra relación rota con Dios. Esta promesa nos recuerda el amor inagotable que Dios tiene por su pueblo.

Isaías 59 muestra las profundidades del quebrantamiento humano, las consecuencias del pecado y el anhelo de justicia y rectitud. Pero lo que es más importante, revela el amor inquebrantable de Dios que trasciende nuestros fracasos y defectos. Su amor nos motiva a buscar el arrepentimiento, a ser agentes de justicia y rectitud, ya abrazar la redención ofrecida por Jesucristo. Mientras reflexionamos sobre este capítulo, animémonos por el hecho de que el amor de Dios no está limitado por nuestras circunstancias o la oscuridad que nos rodea. Dejemos que su amor nos motive a extender la gracia a los demás, buscar activamente la justicia y compartir la esperanza del Redentor con quienes la necesitan. Al abrazar el amor de Dios, encontramos la motivación para vivir vidas que reflejen Su carácter y traigan transformación al mundo.

Este mensaje es un extracto de un sermón que apareció en el boletín electrónico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (NZ) de Papatoetoe el 8 de junio.


El pastor Victor Kulakov es pastor de discipulado de NZPUC y anciano de la iglesia Papatoetoe.


Fuente: https://record.adventistchurch.com/