Justo antes de Su ascensión, Jesús les dio a Sus discípulos un modelo para la difusión del evangelio:
“Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
Es interesante notar que Jesús quiere que comencemos nuestro testimonio donde estamos. Comienza desde nuestro hogar, nuestra familia. La familia es donde comienza. La familia es donde todo comienza.
También es interesante que el hogar/la familia puede ser el lugar más difícil para ser testigo. Incluso Jesús encontró que este era el caso. Predicó en Nazaret, donde se había criado: “Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: ‘Un profeta no carece de honra sino en su propia ciudad y en su propia casa’”.
Testimoniar es compartir tu experiencia con el Señor. Nuestra propia casa conoce muy bien nuestra experiencia y no puedes engañarlos diciéndoles algo que no eres. ¿Cómo puedes volver con tu familia y testificar acerca de Cristo? Después de todo, te conocen muy bien.
La realidad de nuestra vida en este mundo es que todos somos pecadores y tenemos nuestros fracasos pasados. Pero Cristo vino a renovarnos. Él está aquí para darnos una nueva vida.
Como dijo Pablo en 2 Corintios 5:17, “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; lo viejo se ha ido, lo nuevo ha llegado!”
Eso es lo que vamos a compartir con nuestras familias: la nueva vida que Jesús nos ha dado. Todos los miembros de nuestra familia necesitan esta nueva vida en Cristo.
En respuesta a nuestro tema de la Iglesia mundial: “Iré”, la Misión de la Unión Transpacífica ha hecho que este año sea un año en el que “Iré con mi familia”. Estamos alentando a nuestros miembros a mirar su árbol genealógico.
¿Quién hay que necesite escuchar acerca de la vida que Jesús puede dar y ser testigo para ese miembro de la familia?
¿Quién está en tu familia de quien puedes ser testigo?
Testificar comienza con mi familia.
Por Maveni Kaufononga
Fuente: https://record2.adventistchurch.com/
