“¿No estás ya cansado de esto?” ¡Sí! Pienso que todos lo estamos. Algunos están enfadados de eso ahora mismo. Anteriormente, solo conocíamos personalmente a algunas personas con COVID 19; pero pareciera que ahora casi todo el mundo resultara positivo en la prueba del coronavirus. Solamente en la última semana tuve muchas cancelaciones de citas por causa de casos confirmados de COVID, o de personas comenzando a experimentar algunos síntomas. Mi esposa e hijos, los cuales son médicos, han tenido que tomar guardias extras a fin de cubrir las ausencias de colegas de trabajo que presentan síntomas o han resultado positivos de COVID. Hablando acerca de esto con algunos amigos, mencioné que la pandemia parece una plaga. ¡Sí!, dijeron ellos, ¡exactamente!
Para aquellos de nosotros que hemos leído la Biblia por años, la palabra plaga nos es familiar. Desde Génesis a Apocalipsis, se menciona aproximadamente unas 100 veces y, en ninguno de los casos, en términos positivos. Algunos piensan que esta pandemia es un acto divino; por lo tanto, culpan a Dios por ello. Otros la ligan a un cumplimiento profético y les preocupan las libertades civiles que según su percepción se han visto comprometidas en nombre de la salud pública. Ya sea por estas razones o por otras, pareciera que todos están con los “nervios de punta”. ¿Podríamos nosotros, creyendo lo que creamos, todavía encontrar paz y gozo al iniciar este nuevo año aunque todavía estemos en medio de una plaga por COVID y tambien por nuestra reacción emocional? Bueno, no necesariamente. Lo que creemos hace una gran diferencia en como reaccionamos a esta plaga. Permítanme presentar brevemente dos ejemplos describen como sus creencias hicieron una diferencia en la forma de enfrentar una plaga.
Albert Camus no vivió durante una plaga, pero escribió una novela clásica con titulada La Peste. El novelista Camus era ateo, así como el personaje principal de su novela, el Dr. Bernard Rieux, quien expresaba la cosmovisión del autor. El Dr. Rieux trabaja incansablemente atendiendo a aquellos infectados con la plaga y percibe el mundo como absurdo y sin sentido, y la vida como fugaz y efímera. Su respuesta a la plaga revela las creencias del Dr. Rieux (y de Camus): Trabaja arduamente en pos del bien común; pero al final, “es en lo más denso de la calamidad que uno llega a endurecerse hacia la verdad -en otras palabras- en el silencio”. Silencio. Nada más allá. Sin sentido. No esperanza.
Contrastemos ahora al novelista Camus con el renombrado poeta inglés, John Donne, quien nació en 1572 y era deán de la Catedral de San Pablo, en Londres, durante la plaga que azotó en esa época. Él mismo la contrajo y de lo cual enfermó gravemente. Escribió sus Devotions Upon Emergent Occasions, (traducido al español como Devociones), mientras estaba en cama. En esta obra, el autor es completamente honesto, revelando sus luchas emocionales y de fe; sin embargo, se aferra a Cristo. Parafraseando a John Donne, dice Philip Yancey: “Trémulo y temeroso, te pregunto, mi Dios, oh, Dios, ‘¿por qué has lanzado tan repentinamente tu ira sobre mí?’” (p. 26). La respuesta que ofrece en oración es: “Mientras mi cuerpo continúa deteriorándose, oh, Señor, lo único que pido es que agilices su paso {de la enfermedad} y eleves mi alma hacia ti”. (p. 27). Donne tuvo padecimientos similares a los de los pacientes que atendio el Dr. Rieux. Como Rieux, John Donne continuó trabajando para el bien común. Su respuesta a la plaga fue sin embargo muy diferente: sentido, esperanza y conexión a través de la fe.
Lo que creemos marca toda una diferencia en cuanto a cómo pasamos a través de esta “plaga” actual. El salmista (Sal. 91), ofrece una orientación:
1”El que habita al abrigo del Altísimo
se acoge a la sombra del Todopoderoso.
2 Yo le digo al Señor: ‘Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío’.
5No temerás …
6 ni la peste que acecha en las sombras
ni la plaga que destruye a mediodía”.
Aunque se ofrece protección total en los versículos 7-13, sabemos que este no es siempre el caso. Sin embargo, siempre podemos encontrar refugio en El y no “ni la peste”, ni sus “sombras”. El Evangelio de Juan (15) nos ofrece algunas pautas espirituales y psicológicas para encontrar refugio. Nos sentimos seguros (encontramos refugio) cuando estamos conectados como los pampanos a la vid. Seguramente tú no confiarías en alguien a quien no conoces bien y no lo has probado como digno de confianza. Este tipo de relación íntima no es resultado de una idea pasajera, sino que debe cultivarse, de la misma manera que ocurre con otras relaciones que consideras importantes. No podrías confiar en alguien que casi no conoces y con quien casi no hablas.
Más aun, este es el tipo de Árbol que da fruto. El fruto que produce es el fruto del Espíritu (Gálatas 5: 22-25). Las investigaciones en el campo de la psicología positiva identifican el amor, la paz, paciencia, amabilidad, bondad y dominio propio, como elementos que contribuyen a la resiliencia. Y como sucede con otros frutos, deben ser cultivados, lo cual significa que el suelo debe ser preparado y que con el tiempo, la planta necesita regarse y limpiarse de malezas. Sin lugar a dudas, necesitamos prestar atención a aquello que cultivamos. Sin embargo, ningún fruto que pueda hacernos resilientes dará ese resultado a menos que esté conectado con el Árbol. En la segunda parte te compartire algunas ideas de como cultivar estos frutos.
Camus, Albert (2002) The Plague (La Peste).. New York: Penguin Classics.
Yancey, Philip (2021) A Companion in Crisis; A Modern Paraphrase of John Donne’s Devotions (Un compañero en la crisis. Una paráfrasis moderna de Devociones, de John Donne). Littleton: Illumify Medial Global.
La Parte 2 de este artículo se publicará la semana siguiente.
Carlos Fayard, PhD es profesor asociado y director del Centro de Colaboración WHO para Entrenamiento y Salud Mental de la Comunidad, del departamento de Siquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad Loma Linda. Es autor de “Christian Principles for the Practice of Counseling and Psychotherapy” (Principios cristianos en la práctica de orientación y sicoterapia).
Traducción – Gloria A. Castrejón
Fuente: https://www.interamerica.org/es/