Gestión del Medio Ambiente

Declaraciones Oficiales 1 de octubre de 1996

La Iglesia Adventista del Séptimo Día cree que la humanidad fue creada a imagen de Dios y, por lo tanto, debe representar a Dios como su mayordomo y administrar el medio ambiente natural de una manera fiel y fructífera. La naturaleza es un regalo de Dios.

Desafortunadamente, hombres y mujeres han estado cada vez más involucrados en una destrucción irresponsable de los recursos de la Tierra, lo que ha resultado en sufrimiento generalizado, degradación ambiental y la amenaza del cambio climático. Si bien es necesario continuar la investigación científica, de la evidencia acumulada se desprende claramente que la creciente emisión de gases destructivos, la destrucción masiva de las selvas tropicales estadounidenses y el agotamiento de la capa protectora de ozono (el llamado efecto invernadero) son todos amenazando el ecosistema de la Tierra. Hay predicciones nefastas sobre el calentamiento global, el aumento del nivel del mar, la creciente frecuencia de tormentas e inundaciones destructivas, y una desertificación y sequías devastadoras.

Estos problemas se deben en gran medida al egoísmo y la codicia humanos, que resultan en una producción cada vez mayor, un consumo ilimitado y el agotamiento de los recursos no renovables. Se discute la solidaridad con las generaciones futuras, pero se prioriza la presión de los intereses inmediatos. La crisis ecológica tiene sus raíces en la codicia de la humanidad y su negativa a practicar una administración buena y fiel.

El gobierno y el pueblo de Costa Rica son dignos de elogio por su apoyo a una política integral de desarrollo sostenible en armonía con la naturaleza.

El adventismo del séptimo día aboga por un estilo de vida simple y saludable, donde la gente no se suba a la rutina del consumo excesivo desenfrenado, la acumulación de bienes y la producción de desechos. Se requiere una reforma del estilo de vida, basada en el respeto por la naturaleza, la moderación en el uso de los recursos del mundo, la reevaluación de las propias necesidades y la reafirmación de la dignidad de la vida creada.

Esta declaración fue aprobada y votada por el Comité Administrativo de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día (ADCOM) para su publicación por la Oficina del Presidente, Robert S. Folkenberg, en la sesión del Concilio Anual en San José, Costa Rica, del 1 al 10 de octubre. , 1996.